viernes, 22 de mayo de 2020
Capítulo 3
Félix se muestra nervioso por la íntima pregunta que le hiciera Segundo.
--y esa pregunta?¿a qué viene?
Tratando de callar sus sospechas que son especialmente graves ya que el esposo de su padre y padre del muchacho aún se puede decir que esta caliente, Segundo dice:
--no nada... Yo preguntaba por conocerte, para saber con quién duermo. A mi me puedes contar lo que quieras en confianza, yo soy hombre... y te comprendería. A veces los jóvenes nos fijamos en un hombre maduro sólo para divertimos y yo sólo quería saber que...
Félix lo interrumpe y contesta a la defensiva:
--¡¡jamás me acosté con un hombre maduro, jamás me burlaría de un hombre... Si yo estuviera con un hombre mayor que yo no sería solo por diversión... me tendría que enamorar y¿porque no podría pasar? ¿a caso te crees que el amor entiende de lógicas y de edad?
--tranquilo, hablaba por hablar... --dice él intrigado en los sentimientos que su padre haya podido despertar en ese joven.
Los dos hablan cada uno sobre su cama. Van sin camisa, solo llevan unos estrechos boxers. Robert entra precipitadamente. Félix se avergüenza que Robert lo vea casi desnudo y se tapa con la almohada. El viudo se lo ha quedado mirando fascinado. Nunca se había sentido así. Segundo si se levanta sin pudor y se enfrenta a su padre:
--¡¡papá ¿por qué no golpeas? podríamos estar desnudos...
--si perdón...
Ni Robert ni Félix se atreven a mirarse a los ojos.
--debes acostumbrarte a llamar, yo soy tu hijo pero él no... no está bien que lo veas en bolas.
--yo solo os quería dar las buenas noches... --dice Robert que mira de reojo y con timidez a Félix.
Segundo besa a su padre:
--venga, buenas noches papá...
Luego Robert mira a Félix que desde la cama le alza la mano y le dice:
--buenas noches, Robert.
Con las mejillas sonrojadas como si fuera un adolescente, Robert le dice:
--buenas noches, Félix.
Robert se va y se queda tras la puerta. Su corazón palpita muy fuerte. Como si nunca se hubiera enamorado. Acaricia esa puerta pensando en el pecho de ese joven, en su casi desnudez que ha visto poco pero ha disfrutado. Dentro de la habitación, Félix tira la almohada con la que se cubría, está sofocado.
--perdona por el mal rato que te ha hecho pasar mi padre... nunca llama antes de entrar, ahora no se ha acordado que te podía ver desnudo a ti...
--no pasa nada... --dice Félix aún jadeante.
--sabes, me alegro que hayas venido...
--si?
--tu llegada ha sido providencial...
--tampoco así...
--sí, sí... Mi padre parece otro... cuando lo deje estaba mañana estaba muerto en vida... Mi padre estaba muy triste pero verte a ti... ha sido un rayo de luz.
Segundo dice eso para saber cuál es la reacción de él. El corazón de Félix late con fuerza, no puede creer que ese hombre esté sintiendo lo mismo que él.
En ese momento, Robert está mirando la foto que tiene con su marido:
--¿¿qué me está pasando?¿qué?
Se siente muy culpable por estar pensando en otro hombre a las pocas horas de morir su marido pero es algo que ni quiere ni puede frenar. Le atormenta mirar esas fotos y desea quitarlas pero le da miedo, que sus hijos, y en especial Félix, se lo recriminen. Lo que si hace es sacar las que tiene en su dormitorio. Mientras se desnuda no hace más que pensar en Félix, en el cuerpo semidesnudo de él. Se le ha quedado clavado en la mente el fornido cuerpo de él fornido pero tierno pecho descubierto de él, su ombligo, sus piernas y sobretodo aquel estrecho bóxer que lo dibujaba todo y era bastante. Está muy sofocado:
--¿¿qué me está pasando?¿qué?
NUnca un hombre la había atraído de esa manera y se lo reprocha:
--¡¡es de la edad de mi hijo, es el hijo de mi marido¡¡es casi como si me gustara mi hijo¡¡
No puede evitar suspirar fascinado:
--no, no es mi hijo... es un hombre... un hombre muy guapo... un hombre que me ha hecho sentir como ningún otro...
Se lleva las manos a la cabeza:
--¡¡yo amaba a Rafael y acaba de morir... no puedo sentir esto¡¡no puedo¡¡
Robert está muy sofocado, necesita una buena ducha fría. Sólo lleva un tanga así que por precaución se cubre con una pequeña toalla y justo en la puerta se topa con Félix que salía en ese momento e iba en bóxers. Aunque los dos se sofocan ninguno de los dos se dice nada porque se han dado cuenta que los dos se gustan y mucho. Robert es el que entra en su cuarto sofocado.
--¡¡me gusta... me gusta ese muchacho¡¡
Es un sentimiento que le hace sentir vivo y que la angustia:
--¡¡mi marido acaba de morir... no puede ser... no puede ser¡¡
Félix entra en el baño y se lava la cara:
--no puedes sentir esto... sus hijos te han tratado como hermanos y...
El deseo, sus sentimientos son más fuerte que cualquier otra cosa:
--¡¡El es un hombre libre y no tiene ningún lazo conmigo¡¡¡a mi me gusta y haré lo imposible porque sea mío¡¡seré discreto por sus hijos pero que daré la lucha... la daré¡¡
Más tranquilo, Félix entra en su habitación. No cierra la puerta del todo, está seguro que Robert no tardará en salir de su cuarto. El viudo corre hacia el baño. Lleva solo el tanga. Felix lo ve, su corazón late a mil por minuto. Su cuerpo arde. Luego se acerca a la cama y mira a Segundo que duerme.
--tengo que ir con cuidado, nadie debe saber lo que me gusta este hombre... el luto es muy reciente y además Segundo lo podría malinterpretar... puede creer que lo único que quiero es acostarme con su padre... Hasta que yo esté seguro que me ama y esté dispuesto a todo por mi debe ser un secreto.
Robert se está dando una ducha, no puede olvidar la desnudez de Félix. Está muy excitado, le excita haber visto a ese chico que tanto le gusta casi desnudo, le excita enormemente darse cuenta que Felix siente algo por él.
--¡¡no, no... estoy de luto por mi esposo, por su padre... es una doble falta... es que no puedo sentir nada, nada¡¡¡todo lo que pueda sentir está mal. No me puede gustar... no...
El agua lo tranquiliza pero al pasar por delante de la puerta del cuarto de él su corazón parece que se le quiere escapar del pecho. Lo mismo le pasa a Félix, que desde la cama y sin saber que el hombre que ocupa sus pensamientos está delante de su puerta, lo presiente, su corazón así se lo indica. Ninguno de los dos puede dormir esa noche apenas. Robert está seguro que no puede existir ninguna relación entra el viudo y el hijo de su marido, por sus hijos y por la memoria de su esposo. Félix por su lado, sabe que no va a ser fácil pero desea luchar con todo por el amor de ese hombre. Tanto el uno como el otro desea dormirse para que amanezcan y puedan volver a verse pero parece que la noche no quiere acabar.
Robert despierta feliz a pesar que sólo ha dormido un par de horas. Aún todos duermen y se dedica un buen rato a arreglarse. Y aunque no quiere que se vea muy descarado desea que Félix lo vea atractivo. No es algo que planea porque es un amor prohibido pero se conforma con estar cerca de él, con que Felix lo vea guapo. Busca un pantalón estrecho en su armario que lo hagan lucir bello, que estilicen y marquen su cuerpo. Luego va a la cocina a prepara el desayuno. Lo hace con mucho amor, para sus hijos pero en especial para él.
--¿te puedo ayudar?
Robert se estremece al sentir la voz de Félix . Se gira y se encuentra con una rosa en su rostro. Félix tiene una rosa en la cara, que aparta para que pueda verle el rostro:
--te compré esta rosa para darte las gracias por sus atenciones...
Los dos vibran y sienten escalofríos de placer solo con mirarse. Robert toma la rosa:
--gracias, es hermosa.
Robert está seducido por la ternura y la belleza de Félix muy resaltada en unos viejos y ajustados jeans. Félix sonríe coqueto:
--tú sí que eres hermoso... --dice mirando discretamente ese paquetorro que carga el viudo.
Robert lo mira ruborizado pero hay una tormenta en su interior, desearía ser un joven de la edad de él, sin ataduras, sin obligaciones para poder lanzarse a ese amor y poder hacer lo que los dos están sintiendo. Robert deja la rosa en agua. Félix lo sigue con la mirada.
--que culo--piensa excitado.
Felix no puede dejar de admirar ese hombre. Es todo un monumento. Tiene cuerpazo que esa ropa resalta aún más. Esta muy bueno
A Robert le pone muy nervioso tenerlo cerca porque le gusta demasiado.
--espérate en el comedor, ahora te traigo el desayuno...
Felix lo nota frío y eso le entristece, casi se da por vencido pero se recuerda que quiere luchar por ese hombre y que lo hará cueste lo que cueste. Félix pega su cuerpo al de Robert, lo siente temblar y sonríe:
--¿quieres que te ayude?
A Robert casi no le salen las palabras por la emoción:
--no hace falta que te molestes...
--No, sí no es molestia... Yo encantado.
Y aunque también está feliz, no le gusta que esté cerca de él porque se siente demasiado feliz y le cuesta luchar contra lo que siente. Félix besa en el cuello a ese hombre:
--buenos días --dice muy seductor.
Robert se estremece. Félix va subiendo por el cuello buscando los labios de ese hombre . Los dos arden de deseo y Felix no se quiere controlar, Robert sí pero no puede.
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Capítulo final
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